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Descubre el Museo de la Molinería en Morata de Tajuña

El Museo de la Molinería de Morata de Tajuña está en un molino del siglo XVIII y muestra maquinaria, elementos, aperos de molienda, cartelas informativas del proceso de funcionamiento... El Molino de la Huerta de Angulo es uno de estos molinos del Tajuña que, durante siglos, suministraron de harina a los pueblos de Las Vegas.

El Museo de la Molinería

No es extraño encontrarse restos de viejos molinos en los alrededores de los cursos fluviales de la Comunidad de Madrid. Aunque ahora yacen olvidados y en desuso, en su tiempo estos molinos eran indispensables para los pueblos.

 

El valle de Tajuña cuenta con documentación desde el siglo XII que prueba la presencia de una red de molinos harineros hidráulicos que se extendía por el curso del río. Además, estos trabajaron activamente en la producción de harina hasta los sesenta del siglo XX.

 

El Museo

Distribuidas en las dos plantas que componen el museo, las distintas maquinarias y aperos de molienda están acompañadas por carteles informativos que explican en detalle su funcionamiento. 

El trigo, una vez introducido entre las piedras del molino, protegidas por el guardapolvo para evitar su derrame, las incisiones practicadas en la superior dirigían el trigo molturado hacia la salida y al harnal o directamente a un saco o costal.

 

Molino de la Huerta de Angulo

El molino de la Huerta de Angulo suministró durante años harina a los pueblos de Las Vegas. Aunque el edificio data del siglo XVIII, hay indicios de una edificación anterior que podría haberse llevado a cabo en el siglo XVI.

 

Su arquitectura está compuesta por dos cuerpos superpuestos, el central contiene de mecanismo de molturación. Las dos alturas culminan en una cubierta de teja cerámica a cuatro aguas.

Molino de la Huerta de la Vega

Debido a que este edificio pasó por distintos propietarios y arrendatarios, se le conoce tanto como molino de Abajo, como de la Huerta de la Vega. Este último se estableció durante el período de tiempo en el que el molino estaba bajo la jurisdicción de la casa de Altamira, poseedora del señorío de Morata y propietaria también del batán de paños de la isla Taray.

El proceso de restauración de este molino comienza al ser salvado de la ruina por iniciativa municipal, que adquirió el edificio y se propuso no solamente restaurarlo, sino dotar al viejo molino de una nueva y mejorada etapa de actividad, fue transformado en museo. Obsequiándole de esta manera con la maquinaria y funcionamiento que lo habían convertido en un enclave indispensable en el pasado, además de  otorgándole un valor nuevo y aún más importante: el didáctico.

 

La adquisición del Molino por parte del Consistorio, en 1998, es una parte más del proceso de recuperación de los valores históricos, culturales y turísticos que puede ofrecer el enclave de Morata de Tajuña.

Funcionamiento de los molinos

Al margen del trabajo fundamental de reparación y mantenimiento de todas las piezas y componentes del molino harinero, su responsable debía hacerse cargo de la limpieza de las acequias del mismo para facilitar el máximo aprovechamiento del caudal de agua, ya que este no era abundante en todas las épocas de año, e incluso debía hacer frente a periodos de sequía.

El trabajo del molinero

El aprovechamiento del curso del río por parte  de  los habitantes de la vega de Tajuña se remonta a tiempo inmemoriales. Entre los distintos usos dados al caudal, destacan el de moler tanto trigo como cebada, elementos fundamentales para la subsistencia de una región.
 
De esta manera, el trabajo del molinero se convertía en indispensable. La primera tarea era la de limpiar el cereal que se fuese a moler y secarlo al sol, para después llevarlo a la sala de molienda.
 
Era habitual que el grano fuese del cliente de molino, por lo que el molinero recibía parte de la harina en compensación por su trabajo. Este pago en especie se hacía siempre con las medidas tradicionales de la fanega, la cuartilla y el celemín, indispensables en un molino, y que oscilaban en función del precio del grano, de la época y de las características, entre el 4 y el 8% de la cantidad que se molía.
 

Tras verter el cereal en la tolva, éste descendía por la canaleta, regulada por el molinero para controlar la cantidad, hacia el ojo de la piedra moledera o volandera. De la habilidad y oficio del molinero dependía obtener una molienda de mayor o menor calidad con su manejo del alivio, su destreza en fijar la distancia de las piedras y en mantener éstas en buen estado con los trabajos de repicado.

Desde que el Museo de la Molinería de Morata de Tajuña volviese a abrir sus puertas en abril del pasado año, ya han pasado por él 4.366 personas. Una cifra que refleja el interés de los visitantes por el patrimonio histórico morateño y que consolida el atractivo de este molino del siglo XVIII, el único que se conserva en funcionamiento en la Comunidad de Madrid, y que, desde ahora también abrirá al público los sábados.

 

Coincidiendo con el Día Mundial del Turismo, el Ayuntamiento de Morata ha presentado la nueva temporada del Museo de la Molinería, ubicado en el Molino de la Huerta de Angulo. Un espacio rehabilitado por el Consistorio reabrió sus puertas el pasado año convertido en un centro de interpretación de los molinos del Tajuña.

 

Especialmente numerosas han sido las visitas de centros de enseñanza y entidades, que han superado la veintena y que ponen de manifiesto el potencial educativo del museo. “No sólo los que nos visitan descubren el Molino, también lo hacen los propios morateños”, ha destacado Loriente, indicando que, del total de visitantes, un 22% estaban empadronados en la localidad.

Ha sido precisamente ese incremento en el número de visitantes lo que ha llevado al Ayuntamiento a ampliar el horario de visitas en un día más. Por ese motivo, el Museo de la Molinería estará abierto todos los sábados, domingos y festivos del año, en horario de 11 a 14 horas y de 16 a 19 horas, y la entrada continuará siendo totalmente gratuita.

Alrededores del Museo de la Molinería

En Perales de Tajuña, un municipio a unos 40 kilómetros de la capital, que pertenece a la comarca de Las Vegas, se encuentra una de las huellas arqueológicas más interesantes de toda la Comunidad de Madrid. El Risco de las Cuevas es un yacimiento formado por 50 cuevas, una formación natural que ha sido modificada por el ser humano. Una de las ventajas que ofrece este magnífico yacimiento es que se puede visitar. ¿Te animas a descubrirlo en nuestro reportaje?

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